El pasado septiembre, nuestro virtualizador de desarrollo, pieza clave para la virtualización de los entornos Cloud9 que utiliza el alumnado de desarrollo, decidió tomarse un descanso forzoso. ¿El motivo? Un sobrecalentamiento extremo que lo llevó a apagarse automáticamente.

Desmontando el problema

Ante esta situación, un equipo formado por Víctor Albendín y José Luis Navarro se puso manos a la obra. Desatornillamos el servidor del rack del CPD y lo trasladamos al aula 208 para examinarlo en profundidad.

Al abrir la carcasa y realizar las primeras pruebas, encontramos el primer gran problema: el ventilador no giraba. Procedimos a desmontarlo y, en ese proceso, nos topamos con una sorpresa nada agradable. La pasta térmica estaba tan seca y endurecida que, al tirar del disipador, la CPU se vino con él… a pesar de que la palanca de bloqueo de la placa base estaba activada.

Nos temimos lo peor. Es posible que, al ser arrancada de su zócalo, las patillas de la CPU hubieran sufrido daños. Aun así, decidimos seguir adelante. Recolocamos la CPU en la placa, bloqueamos la palanca, aplicamos nueva pasta térmica y montamos un nuevo ventilador.

Pero cuando encendimos el servidor, no arrancaba.

Plan B: Trasplante de CPU

Ante la incertidumbre de si el problema residía en la placa base o en la CPU, decidimos probar otra solución. Fuimos al aula 207, desmontamos uno de los ordenadores de un alumno y extrajimos su Ryzen 3 3200G. Lo colocamos en el servidor, añadimos el ventilador y… ¡arrancó sin problemas!

La conclusión era clara: la CPU original, un Ryzen 7 3700X, había dejado de funcionar sin motivo aparente. No tenía sentido que un procesador de gama superior fallara mientras otro inferior funcionaba sin problemas en la misma placa.

El golpe de suerte: actualización del firmware

Ante lo insólito del caso, nos la jugamos con una última carta: actualizar el firmware de la placa base, una Asus Prime X570. Tras realizar la actualización, reinstalamos el Ryzen 7 3700X y, con cierta expectación, presionamos el botón de encendido.

Esta vez, el servidor arrancó sin problemas.

Moraleja: nunca subestimes una actualización

Si algo hemos aprendido de esta experiencia, es que en informática no siempre hay explicaciones lógicas inmediatas. A veces, lo que parece un fallo de hardware puede resolverse con una simple actualización. Antes de dar por perdido un equipo, prueba lo más básico: actualizar su firmware. Puede que, como en nuestro caso, eso lo devuelva a la vida.